Sobre el arte de escribir
A Oskar Pollak. Praga, principios de 1903.
De
entre ese par de millares de líneas que te entrego, quizás haya unas diez que
todavía podría tolerar; los toques de trompeta en la última carta no eran
necesarios, en lugar de la esperada revelación te envío garabatos infantiles...
La mayor parte me resulta repelente, lo digo abiertamente (por ejemplo La mañana y otras cosas); me resulta
imposible leer esto por entero y me contento si aguantas alguna lectura
aislada. Pero debes recordar que yo comencé en una época en la que se “creaban
obras” cuando se utilizaba un lenguaje ampuloso; no existe peor época para el
comienzo. ¡Y yo que estaba tan emperrado por las palabras grandilocuentes!
Entre los papeles hay una hoja en la cual están apuntados unos nombres
especialmente solemnes, escogidos del calendario. Necesitaba dos nombres para
una novela, y por fin elegí los subrayados: Johannes y Beate (Renate ya me lo
habían birlado, por su gorda aureola de prestigio). Resulta casi divertido.
A Oskar Pollak. Praga, principios de 1903
En
estos cuadernos hay, sin embargo, algo que falta por completo: aplicación,
constancia y como se digan todas estas cosas [...]. Lo que a mí me falta es
disciplina. El leer a medias estos cuadernos es lo menos que hoy espero de ti.
Tienes un hermoso cuarto. Las lucecitas de los comercios brillan semiocultas y
activas desde abajo. Quiero que cada sábado, comenzando desde el segundo, me
permitas que te lea mis obras durante media hora. Quiero ser aplicado durante
tres meses. Hoy sé ante todo una cosa: el arte tiene más necesidad de la
artesanía, que la artesanía del arte. Claro que no creo que uno pueda obligarse
a parir, pero sí a educar a los hijos.
A
Oskar Pollak. Praga, 6-IX probablemente 1903
Te
prepararé un paquete, en el cual estará todo lo que he escrito hasta ahora, mío
o de otros. No faltará nada, excepto las cosas de infancia (ya ves, la
desgracia me persigue desde pequeño), aquello que ya no poseo, lo que considero
sin valor para el contexto, los proyectos _que son países para quien los tiene
y arena para los demás_ y por último aquello que no puedo enseñarte ni tan solo
a ti, pues uno se estremece cuando queda desnudo y otro le va palpando, aunque
esto lo haya pedido uno de rodillas. Por cierto, este último medio año apenas
he escrito. Así que todo cuanto queda, no sé cuánto es, te lo daré en cuanto me
escribas o digas un “sí” a lo que te pido.
Se
trata de algo especial, y aunque yo sea muy torpe para escribir tales cosas
(muy ignorante), quizás ya lo sepas. No te exijo que me des una respuesta sobre
si sería una alegría esperar aquí o si se pueden encender hogueras de buena
gana, ni quiero saber tampoco qué opinas de mí, pues esto te lo habría de sacar
con tenazas.
Quiero
algo más fácil y más difícil, quiero que leas estas hojas, aunque lo hagas con
indiferencia y a regañadientes. Porque hay entre ellas cosas indiferentes y que
repugnan. Resulta que lo más querido que tengo _y por ello lo quiero_ solo está
frío, a pesar del sol; y sé que dos ojos ajenos harán que todo sea más cálido y
vivo cuando lo contemplen. Solo escribo más cálido y vivo, pues esto es
segurísimo, dado que está escrito: “Hermoso es el sentimiento independiente,
pero el sentimiento que contesta produce mayor eficacia”.
Pero
por qué hablar tanto, no tomo un trocito _porque puedo más de lo que te doy_
sí, un trocito de mi corazón, lo empaqueto con cuidado en un par de hojas
escritas, y te lo doy.
Franz Kafka
Comentarios
Publicar un comentario
Cualquier opinión inteligente, relacionada con el tema de cada post y expresada con educación, será bien recibida. El resto, se suprimirá.